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En octubre 10, 1996 estaba subiendo a mi ático en la escalera desplegable y perdí el equilibrio. Mi pierna izquierda quedó atrapada entre dos peldaños y como resultado terminó con una gran fractura de la meseta de Tibia. Me llevaron de urgencia a la sala de emergencias de un hospital local. No había un médico ortopédico de guardia y, por lo tanto, me examinaron y me enviaron a casa con un yeso envolvente hasta que pude ver a un cirujano ortopédico. Rechacé la cirugía y en lugar del yeso envolvente, me pusieron un yeso de fibra de vidrio, que usé durante aproximadamente 9 semanas.

Después de retirarlo, tuve semanas y meses de fisioterapia y entrenamiento con pesas, mientras aprendía a pasar del ajuste de la silla de ruedas a las muletas y tuve que volver a aprender a caminar nuevamente. Fue una experiencia larga y agotadora. Pasaron aproximadamente 3 años antes de que pudiera volver a caminar con cierta normalidad e incluso en este momento, tuve problemas frecuentes de compresión e hinchazón. Durante este período, ocurrió algo sorprendente, ya que recibí un folleto de su compañía en San Clemente, CA con la descripción de los beneficios de la Máquina Chi. ¡Inmediatamente supe que este era el milagro que me esperaba! Compré la máquina de inmediato.

Después de recibir la máquina Chi, la usé diariamente durante aproximadamente una hora al menos 2 a 3 veces al día. Lo colocaría directamente sobre mi rodilla y alrededor del tejido muscular circundante. No tenía la flexión y extensión normales de la articulación de la rodilla, que se desplazó notablemente como resultado del accidente. Durante las semanas de uso de la máquina Chi, comencé a ver resultados maravillosos. Había menos dolor / compresión y caminaba con mucha más facilidad y marcha normal. Mi pierna se fortaleció y descubrí que finalmente podía reanudar las tareas que había hecho antes de la lesión. Soy un practicante de la terapia de polaridad y, después de todos estos años, puedo permanecer de pie con facilidad, mientras trabajo en un cliente. ¡Eso es un regalo en sí mismo! Camino bien y tengo muy pocas limitaciones ahora. Hasta el día de hoy, todavía uso mi máquina Chi. ¡No tengo dudas de que esta máquina milagrosa desempeñó un papel importante en mi bendita recuperación de cuerpo, mente y espíritu!

– Janet Van Sise (South Yarmouth, MA)

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